Corrientes Católica

Un Año Sin Loan: La Iglesia de Corrientes Clama por Justicia y Aparición con Vida

Con profunda tristeza y esperanza, la comunidad se unió en 9 de Julio para recordar a Loan Danilo Peña, desaparecido hace un año. Monseñor Larregain instó a la reflexión sobre la justicia y la fraternidad en su homilía.

 


9 de Julio, Corrientes. 13 de junio de 2025. – En la capilla Ascensión del Señor de la localidad de 9 de Julio, la comunidad de Corrientes se congregó en una emotiva Misa por el primer aniversario de la desaparición de Loan Danilo Peña. La ceremonia, presidida por Monseñor Larregain, fue un momento de profunda tristeza y súplica, elevando oraciones por la pronta aparición de Loan, la fortaleza de su familia y la guía divina para quienes tienen la responsabilidad de su búsqueda y el esclarecimiento de los hechos.

En el marco de la celebración de San Antonio de Padua, Monseñor Larregain pidió su intercesión para acompañar a la comunidad y mantener la esperanza de un reencuentro lleno de alegría.


 

Un llamado a la justicia desde la Palabra

 

La homilía de Monseñor Larregain se centró en la fuerza y el significado de las lecturas del día, especialmente la de Amós. El obispo destacó que Amós, un profeta sencillo y agricultor, no era un profeta profesional, pero fue llamado por Dios para hablar a su pueblo sobre la injusticia. “No soy profeta ni hijo de profeta; soy pastor y cultivador de sicómoros. El Señor me tomó de detrás del rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo Israel’” (Amós 7:14-15), citó el obispo.

En un paralelismo con la época de Amós, donde la prosperidad se construía a costa de la opresión a los pobres, Monseñor Larregain enfatizó cómo el profeta condena a aquellos que observan la letra de la ley pero ignoran su espíritu de justicia y misericordia. “Para ellos, las vidas humanas son solo una mercancía más, que se compra y se vende”, lamentó, haciendo una clara referencia a las actitudes que “menosprecian la vida humana” y “convierten el tiempo de la fiesta religiosa en ocasión para maquinar maldades y obtener beneficios personales a expensas del más desfavorecido”.

El mensaje de Amós, resonó con fuerza: “Ciertamente nunca olvidaré ninguna de sus obras”. Esta condena a la deshonestidad y la explotación subraya la importancia de “vivir la fe protegiendo a los vulnerados que están expuestos a diversas y variadas formas de explotación”. El obispo concluyó este punto instando a “tratar fraternalmente con equidad, generosidad y solidaridad”, como una forma de reflejar el carácter divino.


 

La parábola del administrador sagaz y el poder de la amistad

Refiriéndose al Evangelio y la parábola del administrador sagaz, Monseñor Larregain abordó el peligro de que las riquezas lleven a la autosuficiencia y al egoísmo, generando divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, “invita a sus discípulos a invertir el orden: ‘Hacer amigos’”.

El prelado explicó que esto significa “transformar bienes y riquezas en relaciones cordiales, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen”. La homilía subrayó que el verdadero valor de las personas reside en “lo que crea y mantiene lazos vivos, relaciones y amistades a través de los diferentes dones con los que Dios los ha bendecido y con ellos son capaces de transformarse en instrumentos de fraternidad y solidaridad”.

Monseñor Larregain aseguró que siempre hay tiempo para el arrepentimiento y el cambio de vida, para “sanar el mal hecho, hacer el bien y reparar”. Instó a “que los que han causado lágrimas hagan felices a alguien; que los que han quitado indebidamente, donen y ayuden a los necesitados; a ser solidarios y compartir lo que somos y tenemos”. Al obrar así, seremos “alabados por el Señor ‘porque hemos obrado astutamente’, es decir, con la sabiduría de los que se reconocen como hijos de Dios y se juegan por el Reino de los cielos”.


 

Un rayo de esperanza en la oscuridad

La homilía concluyó con un mensaje de esperanza, una virtud teologal que “nos anima a confiar, amar y creer”:

Aún persiste un rayo, una llama cálida encendida, en la memoria viva, una fuerza bendecida. La lucha continúa, aunque el camino sea arduo, la esperanza nace cada día, aunque el dolor sea crudo.

Este acto de fe y unidad, a un año de la desaparición de Loan, reafirma el compromiso de la Iglesia de Corrientes en la búsqueda de la verdad y la justicia, manteniendo viva la esperanza de su aparición.

 

 

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