Es un mes importante para el Papa Francisco que en pocos días se encontró celebrando 50 años de sacerdocio, el pasado 13 de diciembre, y hoy los 83 años de vida que todavía no frenan su carrera por el anuncio del Evangelio. El mundo entero lo celebra con un afecto abrumador. Miles de correos electrónicos fueron enviados por los fieles a la dirección de correo electrónico puesta a disposición para la ocasión, tantos como las cartas de los niños. Millones de personas, por otra parte, han elegido las redes sociales para enviarle sus pensamientos, incluso solo con un comentario bajo una foto suya publicada en Franciscus, la cuenta oficial de Instagram. Son innumerables los mensajes de los grandes de la tierra y de los líderes religiosos, así como del Papa Emérito, Benedicto XVI. Entre los dones más apreciados, sin duda, está la respuesta mundial a sus constantes peticiones de oración por su magisterio y por esa “vejez”, sede de sabiduría, que durante la Misa con los cardenales el 17 de diciembre de 2016, esperaba que fuera “tranquila, religiosa, fecunda y gozosa”.
El diseño del Espíritu
Hoy es el séptimo cumpleaños que Francesco celebra entre la Muralla Leonina, pero muchos los han pasado del otro lado del Océano Atlántico. Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, Argentina, en 1936. Hijo de emigrantes piamonteses, tiene pasión por la música, en particular por la Ópera, que sigue en la radio el sábado por la mañana con la Madre Regina y sus hermanos, y en su sangre el amor por el fútbol, aunque en los juegos con los amigos a menudo termina en el arco, un papel que se le asigna al “pata dura”, a los que como él mismo explicará más tarde, “no tienen el pie educado”. Estudió mucho, aprende varios oficios y luego se graduó como técnico químico, pero el horizonte de su vida era diferente: consagrarse a Dios y ponerse al servicio del pueblo, así que en 1958 entró en el seminario y optó por realizar su noviciado entre los Padres Jesuitas. Fue en este período que una enfermera, la Hermana Cornelia Caraglio, salvó su vida al convencer a un médico para que le administrara la dosis correcta de antibiótico para tratar la pulmonía. Una intervención humana sin duda, sugerida por el Espíritu que ya lo veía como Sucesor de Pedro.
El sacerdocio
En 1969 fue ordenado sacerdote. Ese día, su abuela Rosa le entregó una carta, dirigida a todos sus nietos. El joven Jorge Mario la guardaba en el breviario: “Tengan una vida larga y feliz. Pero si en unos días el dolor, la enfermedad o la pérdida de un ser querido los llenan de desesperación, acuérdense que un suspiro ante el Tabernáculo, donde está el mártir más grande y venerable, y una mirada a María, que está al pie de la cruz, podrá dejar caer una gota de bálsamo en las heridas más profundas y dolorosas”.
En 1973 fue nombrado provincial de los jesuitas de Argentina. En 1992 recibió la ordenación episcopal y el 28 de febrero de 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, primado de Argentina. En el consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II lo creó Cardenal. “Esta mañana – declaró el Papa Wojtyla en esa ocasión – la Roma “católica” estrecha a los nuevos cardenales en un cordial abrazo, convencida de que se está escribiendo otra página significativa de su historia bimilenaria”.
Jorge Mario Bergoglio se convierte en Papa
Es el preludio de otro evento destinado a dejar su huella: el 13 de marzo de 2013 Jorge Mario es el primer Papa venido de las Américas, el primer jesuita, el primero en elegir el nombre de Francisco, como el Santo de Asís que tuvo como amigos a los pobres, los últimos, los enfermos, las criaturas de la Tierra, la Hermana Luna y el Hermano Sol y paz del corazón entre hombres y naciones. Esos mismos “amigos” que inspirarán las palabras y los gestos de su Pontificado.
Fuente: Vatican News.
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