Bajo el lema “El Señor encienda nuestra fe”, se celebró los días 11 y 12 de octubre en la localidad de San Bernardino, diócesis de la Cordillera, el Gran Encuentro Espiritual de los Diáconos Permanentes del Paraguay. El evento congregó a 196 participantes, entre diáconos, sus esposas y estudiantes, en un clima de profunda oración, reflexión y renovación vocacional.
El encuentro, organizado por la Coordinación Nacional del Diaconado Permanente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), se desarrolló en el Salón Auditorio de la Municipalidad de San Bernardino. Estuvieron representadas las diócesis de Carapeguá, San Juan Bautista, San Lorenzo, Ciudad del Este, Coronel Oviedo, San Pedro, Caacupé, Caazapá, Villarrica, el Obispado Castrense y la Arquidiócesis de Asunción.
Durante las jornadas se abordaron diversos temas de espiritualidad y formación teológica. Entre ellos, destacaron las exposiciones sobre el Jubileo en las Sagradas Escrituras (Hna. Wilma Mancuello), el ministerio del diácono en la liturgia papal (Fray Wilber Mendoza CMSJ y P. Hugo Maidana SJ), la dimensión espiritual del diácono (Pbro. Aldo Freddy Bernal), la doble sacramentalidad del ministerio (Mons. Vincenzo Turturro, nuncio apostólico), y la vocación compartida con sus esposas (Osval Borba y Julia Segovia, Ignacio Medina y Andrea Ortigoza), entre otros.
La misa de clausura fue presidida por el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, y concelebrada por monseñor Pedro Collar Noguera, obispo responsable del Diaconado Permanente en la CEP.
Servir con amor y renovar la vocación
En su homilía, el cardenal Martínez, inspirándose en el pasaje evangélico “He venido a traer fuego sobre la tierra”, animó a los diáconos a mantener viva la llama del amor cristiano. “El Señor nos convoca para avivar el fuego del servicio, reavivar el ardor de la caridad y fortalecer nuestra fe diaconal”, expresó.
El purpurado destacó que el ministerio del diácono permanente es un don del Espíritu Santo a la Iglesia y que su tarea no consiste en ocupar lugares, sino en reflejar el rostro de Cristo Servidor. “El diácono está llamado a reconocer en cada herida del pueblo el rostro mismo del Señor”, afirmó.
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También recordó las palabras del Papa León XIV en la exhortación Dilexi te, en línea con Dilexit nos del Papa Francisco, subrayando que el amor de Dios se concreta en una opción preferencial por los más pobres y heridos en su dignidad.
“El ministerio del diácono no puede cerrarse sobre sí mismo, sino abrirse con ternura a quienes viven en las periferias de la vida, donde el dolor clama por consuelo y esperanza”, insistió el cardenal.
Finalmente, exhortó a los diáconos a vivir su vocación con humildad, alegría y cercanía al pueblo de Dios, confiando su servicio pastoral a la intercesión de la Virgen del Pilar, para que los sostenga en su entrega cotidiana y bendiga a sus familias.
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