Luego de un año y medio de peregrinación por México, la reliquia del brazo de San Judas Tadeo regresó a Roma y fue recibida con profunda devoción en el Santuario de San Salvatore in Lauro, donde se celebró una solemne Misa de acción de gracias el sábado 13 de diciembre.
La entrega de la reliquia estuvo a cargo del sacerdote mexicano Hugo Valdemar, canónigo de la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis Primada de México, quien acompañó el retorno del preciado relicario al lugar que lo custodia habitualmente. La celebración marcó el cierre de una de las manifestaciones de fe más multitudinarias vividas en territorio mexicano en los últimos años.

En el marco del regreso, el P. Valdemar expresó que haber podido devolver la reliquia a su santuario original fue “una gracia y un honor muy grande”, y destacó la profunda vivencia espiritual que acompañó todo el trayecto. Señaló además que, incluso durante el viaje, pudo constatar la fe viva de los fieles y experimentar momentos de oración y recogimiento, conscientes de estar ante la reliquia de uno de los Doce Apóstoles y columna de la Iglesia.
La acogida en Roma fue calificada como cálida, solemne y profundamente eclesial. Aunque la devoción a San Judas Tadeo se vive de manera más discreta que en México, el sacerdote subrayó que se trata de la misma fe expresada de distintas formas, lo que permitió experimentar de manera concreta la catolicidad de la Iglesia.

Según los organizadores, la reliquia fue venerada por aproximadamente 22 millones de personas durante su paso por 85 de las 98 diócesis de México, entre el 24 de julio de 2024 y el 11 de septiembre de 2025. Para el P. Valdemar, esta peregrinación constituyó “un verdadero evento de gracia”, afirmando que Dios se hizo presente en el país a través de la intercesión del santo apóstol.
El sacerdote aseguró que México es, posiblemente, el país con mayor devoción a San Judas Tadeo en el mundo, especialmente cada 28 de octubre, cuando miles de fieles colman la iglesia de San Hipólito, en el centro de Ciudad de México. En ese contexto, recordó que recientemente la Arquidiócesis Primada erigió formalmente un santuario dedicado al apóstol al sur de la capital.
Durante el recorrido de la reliquia, innumerables personas se acercaron a pedir intercesión, presentar dolores, luchas y esperanzas. De acuerdo al testimonio del canónigo, muchos fieles se sintieron consolados y escuchados, especialmente los más pobres y golpeados por la desigualdad, la marginación y las heridas sociales que atraviesan al país.
El P. Valdemar también advirtió sobre el riesgo de que la devoción se desvirtúe y derive en prácticas supersticiosas o mágicas, recordando que no es el santo quien concede las gracias, sino Dios por su intercesión. No obstante, remarcó que, bien orientada, esta devoción popular es una auténtica puerta de acceso a la fe y a la confianza en Dios.
Finalmente, subrayó que, aunque la reliquia haya regresado a Roma, la presencia de San Judas Tadeo permanece viva en el plano espiritual. “La reliquia es un signo, pero lo esencial es la fe. San Judas sigue intercediendo, aunque no esté físicamente presente”, afirmó, destacando que la cercanía de Dios nunca falta cuando se lo invoca con fe.



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