Corrientes Católica

“La paz es un regalo de Dios, pero requiere nuestro compromiso”, afirma obispo mexicano

El Obispo de Cuernavaca y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Mons. Ramón Castro Castro, recordó que Dios ofrece la paz, pero advirtió que cada persona debe aportar lo que le corresponde para alcanzarla. Fue durante la Misa del Primer Domingo de Adviento, celebrada en la Catedral de Cuernavaca.

Mons. Castro Castro destacó que el Adviento “es un tiempo hermoso y significativo”, en el que la Iglesia invita a “preparar el corazón para recibir al Señor que viene”, no solo en memoria de su nacimiento en Belén, sino también en su presencia cotidiana y en su retorno glorioso al final de los tiempos.

El prelado lamentó que “la prisa, el ruido y el consumismo” puedan desvirtuar estas semanas, por lo que llamó a vivirlas en silencio, meditación y conversión: “No dejemos que este periodo se llene de cosas que no son lo que Dios espera de nosotros”.

Una visión de paz que exige acción

Al reflexionar sobre la Primera Lectura (Isaías 2, 1-5), el obispo subrayó la imagen profética en la que “de las espadas forjarán arados y las lanzas se convertirán en podaderas”, una visión que representa la construcción de la paz desde la fe. Sin embargo, insistió en que esa paz no es abstracta ni automática:
“Dios pone la mayor parte, pero nosotros tenemos que poner una pequeña parte. Sin ella no habrá esa paz que necesitamos”.

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Conversión y vigilancia: claves del Adviento

En relación con la Segunda Lectura (Romanos 13, 11-14a), invitó a los fieles a “desechar las tinieblas y vestir las armas de la luz”, recordando que el Adviento es un tiempo privilegiado de conversión.

Sobre el Evangelio del día (Mateo 24, 37-44), Mons. Castro Castro pidió vivir vigilantes, sin miedo pero tampoco con despreocupación:
“El Señor viene cuando menos lo pensemos. Ni alarmados ni indiferentes: siempre atentos, siempre prevenidos, viviendo en gracia de Dios”.

Finalmente, advirtió que no es necesario esperar “el fin del mundo” para tomar conciencia de la propia fragilidad: “Mi mundo puede terminar mañana. Por eso debemos estar preparados”.

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