Corrientes Católica

La comunidad de Nuestra Señora de la Piedad brindó el último adiós a su párroco

El presbítero Raúl Laurencena falleció el martes 21 de octubre y este miércoles el arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, presidió la Misa de Exequias en ese templo.

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió este miércoles 22 de octubre en la basílica porteña Nuestra Señora de la Piedad, la Misa de Exequias del presbítero Raúl Laurencena, quien falleció a sus 75 años y fue párroco de ese templo por más de diez años.

Concelebraron la Eucaristía, los obispos auxiliares, monseñor Alejandro Giorgi, monseñor Pedro Cannavó y monseñor Alejandro Pardo; el obispo emérito de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, y numerosos sacerdotes del clero. Participaron también un gran número de fieles de esa comunidad, autoridades del colegio parroquial, familiares del difunto sacerdote y personas que lo conocieron a lo largo de su vida ministerial.

La homilía fue predicada por el presbítero Ricardo Ochoa, actual párroco de Nuestra Señora de Fátima, del barrio de Belgrano, y quien fuera excompañero de seminario de Laurencena.

“El lunes por la tarde cuando entré a ver al Padre Raúl en la clínica San Camilo me dijo, ‘Dame tu bendición’, y nos unimos en oración y el deseo de que esa bendición, con toda su entrega de vida apostólica, sea un vestido nuevo, que Jesús nos dice que debemos tener cuando Él venga, así como esa lámpara encendida para el encuentro con el Señor y con María”, manifestó Ochoa.

Recordó que “todos los que estamos aquí conocimos al Padre Raúl, algunos desde el seminario, otros por apostolados, y especialmente su querida familia. Muchas cosas él realizó en su vida sacerdotal, predicaciones, administración de los sacramentos, enseñanzas, su amor a la liturgia, pero ninguna de esas actividades y servicios supera a esa entrega final de su cruz en la enfermedad”.

“La vida sacerdotal -aseguró-logra su plenitud cuando se hace oblación, sacrificio, ofrenda por el Pueblo de Dios, y así lo hizo Cristo desde la última cena, entregando su cuerpo y su sangre, y en la cruz, alcanzando así el tiempo de la resurrección, siendo ofrenda para nosotros”.

El sacerdote animó a que “pidamos en esta Eucaristía para que este despojamiento que el Señor le pidió al Padre Raúl sea premiado con el encuentro total y absoluto con el Señor. Qué importante es que aceptemos y aprendamos todos de dejar de buscarnos a nosotros mismos para aprehender este gesto profundamente evangélico del servicio y de vivir la palabra de Dios, siendo capaces de aceptar la muerte, pero la muerte desde un encuentro positivo y salvador”.

“Ese pedido de bendición del Padre Raúl fue esa aceptación a ese momento. Toda muerte, aceptada y ofrecida se une a la muerte de Cristo para glorificar al Padre”, enfatizó Ochoa.

Sobre el final de su prédica, agradeció, en nombre de los sacerdotes y los obispos, a la familia de Laurencena, “que con mucho amor cuidó de él durante todo este tiempo de sufrimiento”.

 

‘Un sacerdote que murió con la estola puesta’
Por su parte, el arzobispo García Cuerva agradeció la entrega pastoral de Raúl Laurencena hasta el final de sus días y destacó dos aspectos que más le impactaron desde que lo conoció: “El Padre Raúl nunca habló mal de nadie, y eso llama la atención en el mundo de hoy, en esa poderosa arma que es la lengua, y él nunca habló mal de nadie y nunca tampoco de ningún sacerdote”, resaltó.

Comentó también que “desde el año pasado comenzamos a conversar periódicamente sobre su renuncia como párroco a sus 75 años. Tuvo una enorme disponibilidad y al mismo tiempo su último deseo fue, si la salud se lo permitía, quedarse un año más en la Piedad para celebrar mis 50 años de vida sacerdotal”.

“Me gusta decir que fue de esos curas que murieron con la estola puesta, con muchas ganas de ser cura hasta el final y eso es hermoso. Le damos gracias a Dios por su testimonio, y seguramente celebrará sus bodas junto con Jesús y la Virgen, cara a cara, en el cielo. Nosotros lo tendremos muy presente”.

Previo a la bendición final y el último adiós de la comunidad, monseñor Frassia realizó el responso y luego los restos del sacerdote fallecido fueron trasladados al cementerio del barrio de la Chacarita para su posterior cremación.

Una vida entregada a la Iglesia y a Jesús 
El presbítero Raúl Laurencena había nacido el 26 de febrero de 1950 en Buenos Aires y recibió su ordenación sacerdotal el 19 de noviembre de 1976. Dedicó su vida al servicio pastoral en distintas comunidades y organismos de la arquidiócesis de Buenos Aires. Se distinguió por un compromiso constante con la liturgia, la formación y la vida parroquial.

A lo largo de su ministerio, desempeñó múltiples cargos eclesiásticos, entre los que fue párroco de Nuestra Señora de la Piedad desde 2014, y anteriormente de la Virgen Inmaculada de Lourdes y de la Santísima Cruz. También fue decano de diversos decanatos, entre ellos los de Flores, Vélez Sarsfield y Centro, y miembro del Consejo Presbiteral en distintas etapas de su vida sacerdotal.

También fue vicario episcopal interino de la vicaría Flores en dos períodos, responsable de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia y de Música Sacra, así como censor arquidiocesano durante una década.

Laurencena integró además la comisión de Cáritas Buenos Aires y el equipo dirigente arquidiocesano del Movimiento Encuentro Matrimonial, acompañando a familias y comunidades con un testimonio de fe cercano y constante.+

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