“La situación es realmente grave y el alto el fuego es cada vez más urgente”, afirmó sin dudarlo el padre Gabriel Romanelli IVE, párroco de la Sagrada Familia en Gaza, bloqueado en Jerusalén e imposibilitado de regresar a la Franja desde que comenzó el conflicto, debido al cierre de las fronteras que impuso Israel.
El sacerdote argentino del Verbo Encarnado explicó a la agencia Fides que “La gente está muriendo porque necesita urgentemente alimentos, agua, medicinas y todos los días hay nuevas víctimas de las bombas”
El asalto al convoy de ayuda y la conocida como “masacre del pan”, como consecuencia del hambre que se vive cada día en Gaza, es un espejo de la guerra que ha lanzado Israel contra Hamás, en respuesta al ataque del 7 de octubre pasado de los milicianos que controlan la Franja. La falta de alimentos mata tanta gente como las bombas en este conflicto, y el 29 de febrero se registró un nuevo capítulo de la tragedia que está afectando sobre todo a la población civil.
Según las Naciones Unidas, al menos 576.000 personas -el equivalente a una cuarta parte de la población- enfrentan niveles “catastróficos” de inseguridad alimentaria, y las 112 víctimas y más de 760 heridos que informan fuentes palestinas en el asalto del convoy de la ONU que transportaba productos de primera necesidad –dentro del habitual intercambio de acusaciones entre el Estado judío y Hamás– son consecuencia de una realidad cada vez más dramática.
El ministerio de Salud palestino, por su parte, informó que en los hospitales del norte habían muerto 10 niños en los últimos días, debido a “deshidratación y desnutrición”.
En la parroquia de la Sagrada Familia, como en el resto de la Franja, “tratan de seguir adelante y resistir”, prosigue el padre Romanelli, pero “la situación es grave, porque después de unas semanas de calma, los bombardeos han vuelto a empezar”. Sobre todo, continúa, “en nuestro barrio de al-Zitun”, donde la gente “vive en continuo estado de angustia. Se había hablado de una tregua, de un alto el fuego con intercambio de rehenes, pero parece que las palabras y los llamamientos están destinados a caer en oídos sordos”, lamentó.
“En vez de detenerse -afirma el párroco- daría la impresión de que quieren continuar la guerra”, en una escalada aterradora, mientras la gente sufre hambre. “Es urgente detener los bombardeos en Rafah -explica-, pero al mismo tiempo es importante garantizar alimentos y ayuda, incluso en el norte, en la misma ciudad de Gaza, donde hay cerca de 400.000 personas en situación de extrema necesidad”.
“Vivimos en un clima y un mundo polarizado -afirma-, en el que el diálogo parece cada vez más difícil. Y, precisamente por eso, lo primero es el alto el fuego, porque cada día de guerra es la continuación de una masacre. Pero si tantas puertas se mantienen cerradas, siguen muriendo inocentes, y también están los más de 70.000 heridos, de los que sólo unos pocos han recibido atención médica”.
Por último, el sacercote le envió un agradecimiento al Papa Francisco, que todos los días llama al vicepárroco, el padre Jusuf Asad, que pudo permanecer en la parroquia de la Franja: “El Papa reza por ellos”.+
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