El Santo Padre Francisco recibió esta mañana en la sala Clementina del Vaticano a los participantes en el 32º Capítulo General de los Hermanos de San Gabriel y miembros de la Familia Monfortiana.
Tras saludar a los Misioneros Monfortianos, a las Hijas de la Sabiduría y las Hermanas de san José de Kottayam, el Pontífice se refirió al tema elegido para el capítulo general “Vida fraterna y dimensión comunitaria de la misión monfortiana”, el cual, dijo, entiende situar la misión en el mundo actual, “marcado por el individualismo y la globalización, el consumismo, la eficiencia y la apariencia, para buscar estar presentes en él como almas de fuego, animadas por el espíritu y vivientes en la sabiduría”.
“Vuestro llamado tiene una certeza y una esperanza”
Se trata de “un llamado –precisó el Papa – para cada uno de ustedes y para su misión como educadores”, basado en una certeza, “la de la belleza de la vida, don gratuito de Dios”, y en una esperanza, “la de la posibilidad de su desarrollo hasta la plenitud gracias al crecimiento del amor, que unifica todas las dimensiones de la persona”.
Una síntesis que según el Pontífice “se construye todos los días en oración, en docilidad al Espíritu Santo, en fidelidad a su Regla de vida y en la caridad vivida”. Y para todo ello, el ejemplo perfecto a imitar es el de la Virgen María: “como lo señalan sus Constituciones, la consagración total a Jesús a través de María es el camino fundamental de la vida mariana de los miembros del Instituto”.
Ocasión para volver a los fundamentos
El Papa se refirió al aniversario de la muerte de Luis María Grignion de Montfort, que se celebra este 28 de abril, considerándolo ocasión para hacer memoria, agradecer y regresar a los fundamentos por él puestos trescientos años atrás.
“Uno de estos fundamentos es la Palabra de Dios a meditar constantemente, para que se encarne en la vida y modele gradualmente los pensamientos y gestos sobre los de Cristo”.
“El otro es la sabiduría, cuyo amor e incesante búsqueda inspiraron a San Luis páginas luminosas. Para obtenerla, él nos invita a «escuchar a Dios con humilde sumisión; actuar en Él y a través de Él con fidelidad perseverante; y finalmente adquirir la luz y la unción necesarias para inspirar en los demás el amor y la Sabiduría, para conducirlos a la vida eterna”(El Amor de la Sabiduría Eterna, n. 30).
La vida fraterna da testimonio
La vida fraterna atrae y evangeliza cada día, y es contagiosa. Por ello en la actual crisis espiritual, los invitó a formar comunidades acogedoras, en las que sea bello vivir, manifestando especialmente a los jóvenes la alegría de seguir a Cristo y de responder a su llamada: “Que se sientan escuchados sin prejuicios, reconocidos y valorados”, les dijo.
Y porque sólo la civilización del amor podrá dar un alma a nuestro mundo globalizado acechado por continuos cambios, el Papa les exhortó a seguir teniendo en el centro de la misión la atención a los pobres y marginados: sigan ayudándoles a ser protagonistas de su futuro para ocupar su lugar en la sociedad”.
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