Corrientes Católica

El Grupo Misionero San Agustín llevó a cabo una enriquecedora misión en la Isla Apipé Chico

En una conmovedora muestra de fe y servicio, el Grupo Misionero San Agustín llevó a cabo una enriquecedora misión en la Isla Apipé Chico,
sumergiéndose en la vida y el corazón de esta comunidad con amor y esperanza. El compromiso del grupo misionero de vivir la esencia del
Evangelio los llevó a recorrer este pequeño rincón del mundo, visitando con humildad a las familias que allí habitan.

La misión de San Agustín  no solo se centró en la compañía a las familias, sino que también se dedicó a la alegría y el cuidado de los más pequeños.


Durante su estancia, realizaron actividades especialmente diseñadas para los niños, entregando juguetes que llenaron de ilusión los corazones de los pequeños habitantes de  la isla.

Compartir las meriendas con ellos les brindó momentos de felicidad y creó vínculos duraderos basados en el amor y el respeto.

“Los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo
que ven, directamente. Y muchas veces, ponen en dificultad a los
padres… Dicen: “esto no me gusta porque es feo” delante de
otras personas… Pero, los niños dicen lo que piensan, no son
personas dobles. todavía no han aprendido aquella ciencia del
“doblez” que nosotros, los adultos, hemos aprendido.”
(18.03.2015).
Papa Francisco

En el centro de esta trascendental misión, la Santa Misa se convirtió en el pilar espiritual que fortaleció a la comunidad de Apipé Chico. La celebración diaria de la Eucaristía enriqueció el
alma de quienes participaron, reforzando sus lazos de fe y compartiendo un sentido de unidad y esperanza en Dios. La fe y laespiritualidad fueron elnúcleo del trabajomisionero, llevandoconsuelo a los corazonesnecesitados.

El Grupo Misionero San  Agustín comprendió la importancia de respetar y valorar la diversidad cultural de la Isla Apipé Chico. En un espíritu de apertura y diálogo,

aprendieron de las costumbres y tradiciones cristianas de esta comunidad única, reconociendo que, a pesar de las diferencias, todos somos hijos de un
mismo Dios. Este respeto mutuo permitió establecer lazos profundos y genuinos con los habitantes locales.

Al concluir su misión, el Grupo Misionero San Agustín dejó un legado imborrable de amor, compasión y solidaridad en la Isla Apipé Chico. La chispa de esperanza
encendida en los corazones de la comunidad se mantendrá viva, y los recuerdos compartidos permanecerán como una inspiración para todos. La experiencia reafirmó
la importancia del servicio a los demás y recordó a todos que, a través del amor incondicional y el compromiso, se pueden lograr cambios significativos en el mundo.

Concluida esta misión llena de fe y entrega, el Grupo Misionero San Agustín regresa a su hogar con el corazón lleno de gratitud y la certeza de que, al
compartir el mensaje del Evangelio, han dejado una huella indeleble en la Isla Apipé Chico. Esta experiencia reafirma la importancia de la misionología
católica en el mundo actual y destaca cómo el amor y la compasión pueden unir a personas de diferentes culturas y tradiciones en un lazo espiritual. La
misión continúa, y las semillas de esperanza sembradas en este rincón del mundo perdurarán y florecerán en el corazón de quienes recibieron el
mensaje de amor.

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