Culminando con las diversas actividades, momentos de reflexión, adoración, durante toda la Novena en honor a su Santo Patrono, hoy Viernes 17 de Noviembre la parroquia de San Roque González de la Santa Cruz, ubicado en el barrio Independencia vivió con gran gozo y profunda emoción su fiesta litúrgica, iniciando con la procesión por las calles del Barrio, momento de Adoración y finalmente con la Santa misa presidida por Mons. Andres Stanovnik , junto al Párroco Padre Raúl Alcorta.
En la parroquia que lleva el nombre del Santo paraguayo y sus compañeros mártires, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo en la víspera pudieron disfrutar en familia de una Cantata a los Santos Latinoamericanos ofrecida por los hermanos del coro del Santuario de San Pantaleón
El Padre Raul Alcorta en una carta expreso a sus fieles lo siguiente: “Desde hace años, el compromiso misionero de la Iglesia se ha concentrado sobre todo en la familia, no sólo porque esta realidad humana fundamental hoy está sometida a muchas dificultades y amenazas y, por lo tanto, tiene especial necesidad de ser evangelizada y apoyada concretamente, sino también porque las familias cristianas constituyen un recurso decisivo para la educación en la fe, la edificación de la Iglesia como casa y escuela de comunión y su capacidad de presencia misionera en situaciones más variadas de la vida, así como para fermentar en sentido cristiano la cultura difundida y las estructuras sociales.”
Durante el día Litúrgico, recibieron visita del Jardín , donde compartieron un rico chocolate
Reseña biográfica de san Roque González de Santa Cruz,
misionero jesuita y mártir (1576-1628)
Fuente;http://www.mopal.org
Roque González nace en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres son Bartolomé González de Villaverde y María de Santa Cruz, nacidos también en tierra americana. Tiene seis hermanos. El rasgo típico que lo acompaña toda la vida es su capacidad de sacrificarse por los demás. Es decidido y organizador. Desde joven demuestra una gran piedad ya que a los 14 años dirige una procesión por el monte en honor a la Eucaristía. Es ordenado sacerdote a los 22 años por Mons. Hernando Trejo y Sanabria, por entonces obispo de Córdoba, y se desempeña en diversas actividades apostólicas, en múltiples lugares y circunstancias. Poco después lo nombran Vicario General de la catedral de Asunción, pero no acepta el cargo porque quiere llegar hasta los mismos indígenas para evangelizarlos.
El 9 de mayo de 1609 abandona la actividad en la capital, ingresa en la Compañía de Jesús y y comienza a ser el gran misionero del Plata. Dos años más tarde es nombrado superior del primer Centro Pastoral comunitario o Reducción de Paraguay, San Ignacio Guazú. El Chaco Paraguayo lo espera como su primer campo de acción misional. El éxito de su actividad no es el esperado, pero consigue mejorar las relaciones de los indígenas con los habitantes de la ciudad.
El deseo de llevar el Evangelio a todo el mundo lo anima a seguir adelante. En 1613 reconstruye la misión de San Ignacio. Funda nuevas misiones, las organiza y les da estabilidad de acuerdo con sus posibilidades. Las crónicas de la época lo presentan sumido en la pobreza más dura y en una intensa y desigual lucha contra enfermedades de distinto tipo, entre ellas el cólera. Otros problemas que debían afrontar los misioneros eran conocer el idioma y la psicología del indígena.
El 22 de marzo de 1615 funda una reducción en Itapúa (actual ciudad argentina de Posadas), la cual pronto se traslada a la otra orilla del río, en lo que es hoy Encarnación, Paraguay. Por eso se le reconoce como fundador y patrono de ambas ciudades, hoy unidas por un puente que lleva su nombre.
Desde 1620 trabaja sobre las márgenes del río Uruguay. Es el fundador de Candelaria, Concepción de la Sierra, San Javier y otros centros. También aquí, el enemigo más cruel es el hambre y las enfermedades que diezman poblaciones. Su labor se extiende hacia el sur, llegando hasta fundar Yapeyú, en la actual provincia de Corrientes. Yapeyú constituye en cierta forma un punto estratégico entre Buenos Aires y las poblaciones del norte.
Gran devoto de la Virgen María, con ella conquista corazones para Cristo. Por eso la llama “conquistadora”. Muchas veces con sólo levantar el cuadro con la imagen de nuestra Señora, los indios admiran la belleza de María y sin pronunciar palabra se convierten.
Funda tierra adentro, hacia Brasil: San Nicolás, Asunción del Iyuí, Caaró, etc., permaneciendo en esta zona hasta 1628.
El 15 de noviembre celebra la santa Misa cerca de Caaró, donde planea una nueva reducción. Allí un cacique llamado Ñezú asesina al grupo y destruye la reducción. Los cadáveres son arrojados a la hoguera pero, milagrosamente, queda intacto el corazón de san Roque. Para gran asombro de los asesinos, el corazón del santo les habla haciéndoles ver lo que han hecho e invitándolos al arrepentimiento. Este corazón tan lleno del amor divino para todos los hombres, se mantiene incorrupto. Cinco años más tarde es llevado a Roma junto con el instrumento del martirio: un hacha de piedra.
El corazón de san Roque y el hacha son trasladados a Paraguay en 1960 tras una breve estancia en la Argentina. Ahora están expuestos en la Capilla de los Mártires en el colegio de Cristo Rey, Asunción, Paraguay. En la misma capilla hay una placa con los nombres de 23 misioneros jesuitas martirizados en la región.
Hay que notar que ninguno muere a manos de los indios guaraníes de las Reducciones, sino por miembros de otras tribus que no los conocen o de los “paulistas”: cazadores de esclavos procedentes de San Pablo, Brasil, que tienen a los jesuitas como enemigos por su defensa de los indios. La visión de san Roque sobre las Reducciones se conserva en una carta a su hermano Francisco: «Nosotros trabajamos por la justicia. Los indios necesitan estar libres de la esclavitud y de la dura servidumbre personal en la que ahora se encuentran. En justicia ellos están exentos de esto por ley natural, divina y humana».
En 1931 Roque de Santa Cruz y sus dos compañeros mártires, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, son beatificados. San Roque es canonizado por Juan Pablo II en su visita al Paraguay, en la ciudad de Asunción, en mayo de 1988, junto a sus compañeros los santos mártires rioplatenses. Es el primer santo paraguayo.
Oración
Dios todopoderoso y eterno,
que diste a los santos mártires san Roque y compañeros
la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo:
concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que,
a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti,
sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestra vida.
Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.
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