Corrientes Católica

Buenos Aires: oración ecuménica para recordar los 1700 años del Concilio de Nicea

El arzobispo de Buenos Aires y el metropolitano ortodoxo griego convocaron a un acto en la catedral porteña, que reunió a miembros de otras iglesias en una plegaria común

Los 1700 años del Concilio de Nicea fueron celebrados en la catedral porteña en un acto de oración ecuménica, al que convocaron el Arzobispado de Buenos Aires y la Arquidiócesis Ortodoxa Griega, y se unieron representantes de otras iglesias y comunidades cristianas.

Como anfitrión y en representación de la Iglesia Católica, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, manifestó su alegría profunda por “encontrarnos aquí cara a cara, hombro con hombro”, para celebrar los 1700 años de Nicea, que, dijo “es una casa común de la fe”.

“Volver a Nicea es volver juntos a  ese fundamento compartido”, expresó y apuntó que la unidad no se construye con documentos, “es un don del Espíritu”.

Dios verdadero de Dios verdadero
A su vez,  el metropolitano de la Arquidiócesis Ortodoxa de Buenos Aires y Sudamérica, del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, monseñor Iosif Bosch, se preguntó por la verdad y recordó que ese concilio afirmó que Jesucristo es “Dios verdadero de Dios verdadero”.

Sostuvo que Nicea no es otra cosa que protección de la verdad como matriz de la Iglesia, y que esa verdad se dio en un marco sinodal, colegiado, universal, teórico y práctico.

A partir de la pregunta de Pilatos -¿qué es la verdad?- y de la herejía de Arrio, cuestionó cuando se da la incoherencia de la vida con la verdad, hasta llegar a la esquizofrenia,  y sostuvo que la santidad es terapéutica, regeneradora.

Abrió el acto el provicario del arzobispado porteño, a cargo de ecumenismo y diálogo interreligioso, presbítero Carlos White, quien dio la bienvenida a todos, mencionando a los hermanos ortodoxos y evangélicos, y señaló que el Concilio formuló nuestra fe en Jesús, Hijo de Dios.

 

Un pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Leonardo Schindler, leyó la carta de san Pablo a los Filipenses, donde dice que Cristo Jesús, siendo de condición divina, se anonadó a sí mismo, tomando la  forma de siervo, y se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Seguidamente, el padre Alejandro, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, leyó el Santo Evangelio.

Monseñor García Cueva señaló después que el mundo fragmentado necesita ver a los cristianos no divididos, sino como hermanos.  Invitó a caminar juntos, a ser artesanos de comunión, a trabajar juntos, codo a codo, llamados a una sinodalidad ecuménica.  Observó que este año la Pascua de los católicos  y de los ortodoxos ha caído en el mismo día, y ello no puede ser  una casualidad; lo estimó como un signo del cielo.

Luego, otros dignatarios leyeron intenciones, invocando a Jesucristo, “Tú que eres consustancial al Padre y al Espíritu Santo”, y la concurrencia respondió “Concédenos, Señor”.

El pastor evangélico Norberto Saracco recordó la confusión de la torre de Babel e invocó, en sentido contrario: “Danos, Señor, el espíritu de Pentecostés”.

Rezo del Símbolo de Nicea
Todos los asistentes rezaron luego del Símbolo de Nicea (año 325), en hojas que se habían repartido. El texto, profesión de fe que luego sería completada por el Concilio de Constantinopla (381), dice: “Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas  las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, generado unigénito del Padre, esto es: de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial al Padre, por medio del cual fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra. Por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, y se hizo hombre, padeció y  resucitó al tercer día. Subió al cielo y vendrá a juzgar a vivos y muertos. Creemos en el Espíritu Santo.”

Acompañó el acto la capilla musical de la catedral. El coro, junto con el organista Enrique Rimoldi, interpretó Peregrinos de esperanza, himno del jubileo 2025; el himno Misericordia según el Padre y el Magnificat, himno mariano, de la comunidad ecuménica de Taizé.+

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