Corrientes Católica

Ecuador, la Iglesia en primera línea contra las minas que devastan y matan

Desde la COP30, que se celebra actualmente en Brasil, llega una fuerte denuncia sobre los efectos devastadores de la actividad minera en el país latinoamericano. Pedro Sánchez Coronel, miembro de la Red Nacional de Pastoral Ecológica de Ecuador y miembro de la Red Iglesias y Minería: «La fiebre por la búsqueda de oro y otros minerales está generando un alto índice de contaminación ambiental».

Federico Piana – Ciudad del Vaticano

El paraíso que no te esperas está en Ecuador. Este pequeño país latinoamericano, visto en los mapas, parece un punto microscópico. Sin embargo, cuenta con una de las mayores biodiversidades del mundo: más de 90 ecosistemas marinos y terrestres diferentes, una enorme cantidad de bosques húmedos, secos y montañosos que enriquecen la región amazónica, que constituye el 48 % de su territorio. Su vocación no es ciertamente la minería, ya que en sus venas corre un amor incondicional por la agricultura. Una pasión visceral por su tierra que se transmite de generación en generación.

Cambio peligroso

Pero desde hace al menos 25 años algo está cambiando. «El desarrollo de las tecnologías digitales, como la inteligencia artificial, y el aumento de las guerras en diferentes partes del mundo han intensificado la búsqueda de minerales y tierras raras en los territorios del Sur del mundo, en particular en zonas como Ecuador», argumenta detalladamente un hijo de este glorioso y martirizado país, Pedro Sánchez Coronel. No es un ciudadano cualquiera: es miembro de la Red Nacional de Pastoral Ecológica de Ecuador y miembro de la Red Iglesias y Minería, creada en 2012 para acompañar y apoyar a las comunidades afectadas por la minería.

Efectos devastadores

Cuando decide volver a denunciar con fuerza ante los medios de comunicación vaticanos los efectos devastadores de la invasión de las empresas mineras, se encuentra en un lugar emblemático para los ecologistas de todo el mundo: la ciudad de Belém, en la Amazonía brasileña, donde se celebra la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, la COP30. En ella, junto con sus compañeros de la Red Iglesias y Minería, está tratando de sensibilizar a los delegados de los Estados y los gobiernos para que decidan comprometerse seriamente con la valiente decisión de defender toda la región amazónica que, según él, «en definitiva, significa defender todo el planeta, ya que es un inmenso pulmón capaz de purificar el aire procesando cada año 200 mil toneladas de carbono» .

Conflictos sociales

Pero al analizar lo que está sucediendo en Ecuador, el temor es que el desenlace pueda ser totalmente diferente. «Actualmente, en nuestro país existen varios conflictos sociales generados por la invasión minera. Los distintos gobiernos de las últimas dos décadas han concedido más del 15 % del territorio a diversas empresas mineras. La mayoría de estas concesiones se encuentran en territorios de poblaciones indígenas y campesinas».

Contaminación y muerte

La fiebre por la acumulación de oro y otros minerales está generando un alto índice de contaminación ambiental, sobre todo en los ríos, donde repetidos análisis han detectado un alto porcentaje de mercurio, arsénico y cadmio, causantes de numerosas enfermedades y muertes. Además, hay otros efectos que no pueden considerarse secundarios, explica Sánchez: «Está la expropiación de las tierras de los pueblos indígenas, que es un delito y una violación de los derechos humanos. Y luego, las actividades mineras producen división, corrupción, alcoholismo, prostitución, consumismo y mucha violencia. En una palabra, la destrucción de las culturas ancestrales».

Unidos para defender

En algunos casos, las administraciones locales se han unido a los indígenas y a las organizaciones de la sociedad civil para evitar que las empresas mineras puedan usurpar sus territorios. «Un ejemplo reciente ha sido la gran movilización de la población de la provincia de Azuay para defender sus fuentes de agua, en la zona de Quimsacocha, que la industria minera pretendía contaminar para extraer oro. Pero por parte de las autoridades nacionales no existe el mismo respeto por las comunidades y los pueblos indígenas. Por el contrario, el Ministerio de Medio Ambiente se ha fusionado con el Ministerio de Minería, «poniendo al gato a cuidar del almacén», como dicen los campesinos».

Obispos en marcha

Para describir la intensidad de la batalla de la Iglesia local contra la minería, Sánchez evoca una fotografía emblemática: «La que muestra al frente de la manifestación de Quimsacocha al cardenal Luis Gerardo Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil y presidente de la Conferencia Episcopal». Una señal elocuente que deja claras cuáles son las verdaderas preocupaciones de los obispos.

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