Corrientes Católica

El Papa inaugura en San Pedro el Ambulatorio “San Martino” para los más necesitados

Bajo la columnata de Bernini que abraza la Plaza de San Pedro, se abre la nueva estructura de la Limosnería Apostólica para aumentar las prestaciones sanitarias dedicadas a los pobres y con un servicio de radiología para diagnosticar de manera temprana las patologías más frecuentes entre quienes viven en la calle.

 

Hoy, 14 de noviembre, nace el Ambulatorio San Martino bajo la Columnata de San Pedro, al lado del Ambulatorio Madre de la Misericordia – que inauguró el Papa Francisco hace diez años – en vista de la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el domingo 16 de noviembre. Lo inaugura el Papa León.

Se trata —según se lee en un comunicado del Dicasterio para el Servicio de la Caridad— de dos nuevas salas equipadas con instrumental de vanguardia y de un nuevo servicio de radiología que permitirá, gracias a un aparato radiológico de rayos X de última generación, diagnosticar de forma rápida y precisa neumonías, fracturas óseas, tumores, enfermedades degenerativas, cálculos y obstrucciones intestinales, afecciones que suelen pasar desapercibidas en quienes viven en situación de pobreza. El diagnóstico precoz de estas patologías hará posible iniciar tratamientos adecuados de manera inmediata, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de quienes no tienen nada.

Ingreso del nuevo ambulatorio para los pobres de Roma.

En los pobres, el rostro de Jesús

Una estructura realizada en colaboración con la Dirección de Sanidad e Higiene del Gobernatorado de la Ciudad del Vaticano y que permite una atención integral a las personas que solicitan asistencia. Lugares donde se acoge y se cuida, devolviendo así la dignidad a los pobres que llaman a la puerta de la Limosnería, necesitados “en quienes no vemos a un sintecho o a un pobre, sino el rostro de Jesús”, quiso subrayar el cardenal Konrad Krajewski, limosnero de Su Santidad.

Asistencia sanitaria gratuita

El Ambulatorio San Martino se suma así al Ambulatorio Madre de la Misericordia, que ofrece diariamente asistencia sanitaria gratuita a quienes viven en situaciones de indigencia, marginación o dificultad, basándose directamente en los principios del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia.

En el ambulatorio de la Limosnería Apostólica se brindan cada mes más de 2.000 prestaciones sanitarias de forma totalmente gratuita, gracias al trabajo de 120 voluntarios: médicos, enfermeros y técnicos sanitarios. Los pobres atendidos son alrededor de 10.000, de 139 nacionalidades diferentes. Hasta la fecha, se han ofrecido gratuitamente a los más necesitados un total de 102.060 prestaciones sanitarias y se han distribuido 141.200 paquetes de medicamentos.

El Ambulatorio San Martino bajo la Columnata de San Pedro

Gracias a los dos ambulatorios se podrá seguir garantizando a los pobres consultas médicas generales y especializadas, revisiones odontológicas, análisis de sangre y radiológicos, así como la entrega de prótesis dentales removibles, gafas y audífonos. Por último, los medicamentos prescritos y donados se entregarán directamente en manos de quienes los necesitan, siempre de manera completamente gratuita.

«Todos tienen derecho, también los pobres»

El cardenal Konrad Krajewski, prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, relata que lo que más le impactó durante la visita del Papa fue la sorpresa en el rostro de León XIV al ver el número de personas que se benefician de la asistencia: unas dos mil personas al mes, pero también la posibilidad de obtener gratuitamente todos los medicamentos necesarios. «Les hacemos la receta —explica el cardenal— y entran en el Vaticano, donde son recibidos por los guardias suizos y los gendarmes, van a la farmacia vaticana, ponen la receta en el mostrador y reciben los medicamentos sin pagar». Krajewski también subraya que este gesto es una forma de que no se sientan rechazados o inferiores a los demás. «Todos tienen derecho, también los pobres». Tras la visita a San Martino, el Papa dio las gracias a los presentes y levantó la vista hacia la ventana del Palacio Apostólico desde donde cada domingo reza el Ángelus. «Si necesita algún medicamento —dice el cardenal sonriendo—, ¡se lo podemos pasar desde aquí!». Tras una carcajada general, el Pontífice subió al coche, dejando atrás este rincón del Vaticano en el que todo es para los demás, para los más frágiles y olvidados.

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