En el marco del Día del Maestro, el presidente de la Comisión Episcopal de Educación, monseñor Jorge González, envió un mensaje de reconocimiento y gratitud a todos los educadores del país, destacando la profundidad y trascendencia de su labor. “Ser maestro es mucho más que enseñar contenidos; es ejercer una vocación que transforma vidas”, expresó el obispo auxiliar de La Plata.
A través de un mensaje difundido este 10 de septiembre, monseñor González agradeció el compromiso diario de quienes dedican su vida a formar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, especialmente en contextos desafiantes. “Gracias por sostener con amor y responsabilidad la misión educativa de la Iglesia, por entregar tiempo, energía y corazón en cada aula”, manifestó.
El obispo retomó las palabras del papa Francisco sobre el valor de la educación, al recordar que “educar es siempre un acto de esperanza”, y afirmó que esa esperanza es capaz de cambiar realidades, comunidades y futuros. “Los docentes son faros que no solo enseñan, sino que también inspiran y humanizan”, aseguró.
También recordó la figura de Domingo Faustino Sarmiento, para subrayar que “todos los problemas son, en el fondo, problemas de educación”, y llamó a asumir con responsabilidad el papel central que tiene la enseñanza en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Monseñor González no eludió las dificultades que enfrentan actualmente los maestros en el país: sobrecarga laboral, sueldos bajos, escaso reconocimiento y situaciones de violencia escolar. A pesar de ello, los animó a seguir firmes en su tarea: “En cada clase siembran una semilla de esperanza, de justicia, de verdad, de belleza”.
En su mensaje, destacó la importancia de una educación integral que comprometa “la cabeza, el corazón y las manos”: pensamiento crítico, sensibilidad y acción transformadora. También pidió acompañar con cercanía a los jóvenes, a quienes describió como “volcanes de vida y creatividad” que necesitan orientación y contención para crecer con plenitud.
El saludo concluyó con una especial invocación a la Virgen María, a quien encomendó a todos los docentes del país, y con un cálido deseo: “¡Feliz Día del Maestro!”.
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