Con esta sencilla y sentida frase, el Papa Francisco saludó al mundo en la bendición Urbi et Orbi, tras la Santa Misa presidida por el Cardenal Comastri.
Aunque el mensaje fue leído por Mons. Ravelli, el Santo Padre no dejó de estar presente con fuerza y ternura.
Al final, el recorrido en el papamóvil fue un abrazo de fe para los miles de peregrinos presentes en la Plaza.
Cristo ha resucitado. ¡Y la Iglesia lo anuncia con gozo!
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