No sólo “dolor” por la violencia en Oriente Medio, sino también preocupación por Afganistán, postrado por el terremoto que sacudió el sábado pasado la parte occidental del país, donde la tierra sigue temblando. El Papa Francisco, al final de la audiencia general en la Plaza de San Pedro, pidió oraciones “por todos los que sufren el hambre, las injusticias y la guerra, especialmente por la querida y martirizada Ucrania” y dirigió “un pensamiento especial” a la población afgana. Un pueblo que, afirmó, “sufre las consecuencias del devastador terremoto que la ha golpeado, causando miles de víctimas, entre ellas muchas mujeres y niños, y personas desplazadas”.
El Pontífice invitó “a todas las personas de buena voluntad a ayudar a este pueblo ya tan probado, contribuyendo con espíritu de fraternidad a aliviar el sufrimiento de la gente y a apoyar la necesaria reconstrucción”.
Más de 2.000 muertos
El 7 de octubre, una violenta serie de temblores de magnitud entre 4,6 y 6,3 devastó la provincia de Herat, arrasando una veintena de pueblos. Unas 3.000 personas murieron y casi 10.000 resultaron heridas, según el primer balance hecho público por el régimen talibán de Kabul a través de la Autoridad de gestión de emergencias. El epicentro se situó no lejos de Zindah Jan, a unos 55 kilómetros al noreste de la ciudad, situada en el valle del río Hari, en el centro de la provincia de Herat.
Nuevos temblores
Un nuevo y fuerte terremoto de magnitud 6,3 ha vuelto a sacudir el oeste del país en las últimas horas. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el nuevo seísmo ha sacudido la zona próxima a la ciudad de Herat, cerca del epicentro del terremoto del pasado sábado.
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